El desarrollo de la Oposición de Izquierda en Hispanoamérica

El desarrollo de la Oposición de Izquierda en Hispanoamérica

Argentina

El golpe de estado de septiembre y el desenvolvimiento de la política burguesa

Al continuación insertamos un artículo del camarada Gallo, de Buenos Ares, que es una interpretación marxista del desarrollo de la política argentina en los últimos años. Este artículo es una aporta- ción a la elaboración de la tesis sobre política nacional de nuestros camaradas argentinos, que actualmente discuten.

La situación política argentina

Un análisis de la situación política nacional tiene, inevitablemente, que basarse en el escrutinio del golpe de Estado de septiembre, centro del trazado de una circunferencia que abarca toda aquélla. Es el más importante acontecimiento en política, que, sobre haber determinado la actualidad de ésta, encierra lecciones de mayor perspectiva, inaugurando en el curso de la política burguesa argentina diagonales nuevas, aun no definitivamente desenvueltas, que importa mucho comprender.

El transcurrir económico político argentino que va de 1890 a 1928, que con un tanto de arbitrariedad podría nominarse, moderno y precedente, es de prosperidad y normalidad regulares. Corresponde a ese período capitalista de madurez y florecimiento en que la burguesía adopta para su dominación métodos liberales, pacíficos, conservadores; en suma: el período de la democracia reformista (desarrollo del radicalismo y su advenimiento al poder; sanción del sufragio universal; expansión del socialismo; creación de los sindicatos obreros; consolidación de las formas democráticas de gobierno). La crisis económica mundial iniciada en 1928, que de tan intensa manera afectara al país, precipitó la ruptura de ese ordenamiento, imponiendo necesidades nuevas a la burguesía y al imperialismo, rectores de la política nacional, provocando con ello la situación política que desbordaría en 1930. De este modo se planteaba al capitalismo argentino, un cambio en el Estado que siempre tuvo: aquel Estado tradicional, burocrático, deficitario, dadivoso, sin capacidad de previsión ni creación, de un dejar hacer, dejar pasar criollo; necesitaba ahora un Estado regido firme, enérgicamente, que se ajustara a sus nuevas y premiosas necesidades.

La consideración de la burguesía como un monolítico bloque social, sin hendiduras ni grietas, es inexacta; es una serie de fracciones en guerra perpetua. Lo que origina contradicciones entre sus distintas tendencias políticas, cuyo sentido y consecuencia corresponde escrutar ante los detalles de la coyuntura política y social. Sobre la base de las circunstancias presentes, de crisis económica agudísima, se operan aquellas tendencias, con oscilaciones distintas en da superestructura. Tal el caso del golpe de Estado de septiembre. Roto del capitalismo, el partido radical gobernante, no mostraba ante la crisis sino incapacidad para la salvaguardia y defensa de los intereses de aquél en su conjunto. Es más: constituía un obstáculo para ello. Nunca se insistirá bastante sobre la monstruosa demagogia de la Unión Cívica Radical. Es, si se permite la superabundancia, un producto específicamente propio de las contradicciones de la sociedad burguesa; pretende representar los intereses generales y satisfacer a todas las clases. Como un cero inmenso extendido sobre el país, abarca todas sus clases sociales. También se lo podría simbolizar por un arco iris. Ni rural ni urbano, se extiende, sin embargo, al campo y la ciudad. Por este partido vota todo el mundo. El elemento social sobre que se sustenta: pequeños industriales, comerciantes, empleados, toda la pequeña burguesía tan preponderante, numéricamente, de nuestras ciudades; e incluso capas de obreros calificados: tranviarios, ferroviarios, etc.; y terratenientes, estancieros y arrendatarios en la campaña. Pero la máxima contradicción de este partido está en que entre sus capas dirigentes y la gran, burguesía agropecuaria existe una trabazón que, junto con el sentimiento común al imperialismo internacional, ha impuesto las o más intensas y decisivas a su política (como a la de todo el país).

La época progresiva del capitalismo había pasado ya. Esa mentalidad que estimaba a «nuestro país», por virtud de «su juventud y su extraordinaria riqueza», en una ininterrumpida progresión económica, se había trocado, en sus capas dirigentes, en pánico sin cuento ante el descenso vertiginoso de los precios de los ganados y. los granos. La «aristocracia vacuna» y su amo, el imperialismo no podían continuar haciendo concesiones a la pequeña burguesía y a ciertas capas obreras. Se iniciaba en el orden local el presente período declinante del capitalismo, cuando la burguesía apela a métodos antidemocráticos, violentos, para mantener su hegemonía y las ganancias; necesitaba un Poder fuerte, omnímodo y capaz que solventara la situación. (Esta caracterización con variantes económicas y políticas nacionales y una mayor o menor participación de los sectores imperialistas podría ser extendida a toda América latina con respecto a los golpes de Estado de los últimos años). El radicalismo ofrecía, tomado en esta coyuntura, con su reaccionaria demagogia ante el proletariado y el pueblo 'todo, que tan unánimemente le elevara al gobierno, y su inestabilidad e incapacidad ante el capitalismo, una intolerable caricaturización del Poder. Fue depuesto por el golpe de Estado del 6 de septiembre; advino la dictadura reaccionaria, militar, burocrática, de Uriburu.

Entre los coautores del golpe de Estado operose entonces una diferenciación. El sector que denominaremos «civilista y democrático» (Los Cuarenta y Cuatro, Federación Nacional Democrática, Concordancia) juzgó de conveniencia despedir al radicalismo y no ir más allá. El sector fascista, minoritario (camarilla que manejaba el Ejército: Uriburu, Medina; camarilla financiera y política: Beccar Varela, Sánchez Sorondo, etc.), pero más audaz y decidido a virtud de la fuerza de que disponía, juzgó de oportunidad implantar el fascismo. El desenvolvimiento de la revolución se nutre de completo por esta diferencia, que había de terminar con el triunfo de la fracción democrática. Esta duplicidad, cuyo señalamiento se ha hecho, cabe en este esquema: las fuerzas políticas de las clases dirigentes tenían la seguridad de constituir un Gobierno no radical con garantías bastantes de estabilidad. Las consecuencias de una experimentación fascista era en aquellas circunstancias de consecuencias inalcanzables. ¿Para qué una tal intentona? El poder y el espíritu políticos tradicionales, de un sector de la burguesía predominaron sobre el pensamiento y el espíritu políticos rendradores (de los métodos brutales y criminales de explotación y dominación) de otro sector de la misma clase. La dictadura, enfrente de cada una de las fuerzas democráticas de oposición, dominaba (radicales, socialistas, demócratas progresistas e incluso antipersonalistas de Entrerríos). Enfrente de esas fuerzas en su conjunto (el 75 por 100 de la opinión nacional), sin incluir en el balance al Ejército, era inferior y hasta más débil. Los bandos políticos que le apoyaban no creían necesaria una salida fascista. Esta contradicción sólo permitía tres trayectorias o, mejor, salidas para la dictadura. La primera, la prolongación del Gobierno dictatorial. Las circunstancias económicas promotoras del golpe de estado determinaban para el capitalismo la necesidad de un poder fuerte, cualquiera que fuera su naturaleza, democrático (como lo es ahora el Gobierno de Justo), dictatorial o fascista. Todo poder, incluso dictatorial, necesita aún, en lo mínimo, una base popular. La dictadura de Uriburu no contaba con ella de ninguna manera. Sobre esto el Gobierno dictatorial no podía más sino explotar y presidiar acentuadamente, mediante impuestos, ventajas y concesiones a empresas extranjeras, rebajas de salarios, y políticamente (además por su debilidad en este orden) cesación absoluta de la liberalidad más mínima en orden a la Prensa, organización, huelgas, etc., a las masas obreras y populares. Esto excluía de modo terminante la posibilidad de un afianzamiento posterior...

La segunda salida: El uriburismo quería, exigía, se empeñaba en la implantación del fascismo. Este necesita indiscutiblemente (Italia, Alemania) el apoyo popular, la clase media, de que Uriburu no disponía. La masa que participó del movimiento septembrino no lo hizo tras objetivos o consignas fascistas, sino democráticas. En una cierta medida, la preponderancia del sector uriburista, fascista, fue un escamoteo hecho al sector mayoritario de las clases dirigentes argentinas que junto con él realizaron la revolución. La tendencia fascista no estaba, pues, abonada por el apoyo indispensable en la burguesía, no era tampoco un movimiento de masas. Por todo ello, esta otra salida o trayectoria era, más corta, o prolongadamente, de fracaso.

La tercera salida consistía en dejar paso, mediante los métodos electorales anteriores, a las fuerzas anejas, reaccionarias, democráticas. Esto implicaba seguramente la negación más elemental, primaria e inmediata de la revuelta, esto es, la exclusión del radicalismo. En la incapacidad de imponer el fascismo había, además, que apelar al fraude electoral, método argentino, criollo o latinoamericano de expresión democrática de la soberanía popular. Con el triunfo, pues, del sector democrático de la revuelta septembrina surgió el actual Gobierno de Justo.

El Gobierno actualmente en el Poder es el resultado de esa forzosa transacción entre la dictadura de Uriburu y las fuerzas reaccionarias, que cohonestan perfectamente con el institucionalismo presente. Su característica primera es ésa: transacción. Para una caracterización más concreta precisa correr, a campo traviesa, las zonas políticas más reaccionarias (cuyas bases de clase las constituyen los ganaderos y terratenientes, la burguesía agropecuaria, los industriales y el capitalismo extranjero). Integrado por los conservadores de Buenos Aires, los demócratas de Córdoba, antipersonalistas de Entrerríos y Santiago del Estero, como los grupos no radicales de Corrientes, Túcumán, San Luis y Salta, el bloquismo sanjuanino y los socialistas independientes (sometidos ya a la más incondicional servidumbre a la burguesía), es la única forma de Poder capitalista en el país —después del fracaso fascista—, opuesto al radicalismo. Y he aquí que este Gobierno, surgido de una dictadura que se proponía realizar el fascismo, y en comicios fraudulentos, inicia en el país un modo de gobierno eminentemente democrático —naturalmente en su formalismo, puesto que la democracia no es mucho más que esto— y parlamentario: el Gobierno de concentración, hasta entonces desconocido en la política burguesa argentina. No es ésta una acotación casual: por la vía de la concordancia parlamentaria tiene este Gobierno una perspectiva de estabilización más o menos larga. Parapetándose tras el formalismo democrático, ateniéndose estrictamente a la letra de la ley y utilizando lo máximo la escandalosa pasividad colaboracionista del socialismo e incluso del reformismo sindical de la Confederación General del Trabajo, por otra parte. '

Los socialistas dicen: «El Gobierno de Justo es el heredero directo y el continuador del Gobierno provisional. «Este Gobierno es la continuación de la dictadura militar fascista», ratifica el centrismo dirigente de nuestro Partido. ¡Qué extraordinaria coincidencia! Pero ambos se equivocan por igual. El Gobierno de Justo es, lógicamente, el sucesor, mas no el continuador de la dictadura. Aquélla, se propuso y luchó por la implantación del fascismo. El actual. Gobierno no se opone a los grupos fascistas; hasta un cierto grado. les presta su apoyo, pues también constituyen un punto de sustentamiento en su estabilidad; pero no propugna el fascismo ni lucha por su implantación. Mas este Gobierno —como todo el período precedente— ha puesto en evidencia deslumbrante los dos perfiles más notorios de la democracia: formalismo y dictadura. Mientras por un lado se aplica cabalmente al cumplimiento de la ley, por otro reprime, también con la ley en la mano, sangrientamente el movimiento obrero revolucionario. El stalinismo deduce de esto que es un Gobierno fascista. Naturalmente, esto no vale una réplica. Pero sí interesa el refutar la consideración más común, asimismo difundida por aquél, de: «Es la continuación de la dictadura de Uriburu». El peso propio del Gobierno de Justo es poco menos que nulo. Se sustenta sobre el cruce de distintas fuerzas políticas. Esta, que es la. razón de su inestabilidad y de su debilidad, es asimismo la garantía de su prolongación. Pero sólo sobre dos perspectivas:

  1. Sujeción total a las fuerzas de la derecha reaccionaria («concordancia») y represión consecuentemente del radicalismo. Es decir, como al presente.
  2. Sus intentos de una política de acercamiento con el partido radical fracasaron. Contrariamente, cada vez se agudiza la contradicción entre ambos.

Por ello, ante la posibilidad de que aquél intente llegar al Poder por medios violentos o legales (ninguno de ambos medios son improbables para el radicalismo; las condiciones políticas hacen más forzosos los métodos del golpe de Estado) puede adoptar medios extraparlamentarios francos e incluso, y muy posiblemente, llegar a la dictadura declarada que ejerce ahora legalmente, por virtud del estado de sitio. Esto último, ¿sobre qué bases? La transacción —en este caso segura— entre la concordancia y los grupos fascistas, de un peso específico considerable, por su influencia en el ejército y prieta vinculación con ciertos sectores financieros del imperialismo.

Toda idealización, aun la más mínima, del criminal Gobierno de Justo, es sencillamente reaccionaria. Pero, evitado eso, importa precisar su naturaleza política para no recaer en errores que, en fin de cuentas, al no mostrar a la clase Obrera una ruta acertada, es no menos reaccionaria. De este análisis se deduce que' actualmente el Gobierno de Justo es un Gobierno dictatorial, en cuanto lo es (cosa nada novedosa para nosotros) la democracia burguesa. Resaltando además que su perspectiva, por virtud de la situación política y económica —radicalismo excluido del Poder, presión del sector fascista, crisis económica de particular acentuación, ilimitada para el país (por lo de Ottawa), agitación huelguística agraria, descontento de la masa de ferroviarios, que podría llegar a la huelga, etc.— es de dictadura. El estado de sitio vigente es el punto o la línea frontera del Gobierno actual con la dictadura extralegal y extraparlamentaria, es decir, ejercida no como ahora, sino más furiosamente y sin encubrimientos democráticos.

En cambio, de utilizar esta situación para combatir la mentalidad democrática, lamentablemente tan arraigada en las masas, la dirección de nuestro Partido afirma repetida, sistemáticamente, sin explicar nada, calificando solamente. «¡fascismo!», y el proceso se opera sin que la vanguardia consciente de la clase obrera, el Partido, llene esta misión.

Ciegos los que hablan de golpe de Estado y no ven que ante nuestros ojos se produjo uno: un golpe seco [subrayamos. nosotros] dado desde la misma Casa Rosada, que entrega todos los puestos a los uriburistas. Un golpe seco producido desde la Casa Rosada con el convenio circunstancial de «justistas» y «uriburistas» se ha venido produciendo en los últimos meses», etc,

(La Internacional, 17-12-32).

¿Qué es esto? ¿Qué puede entender la clase obrera de semejante galimatías? ¿Se trata de un simple error gramatical o de un error político? Lamentablemente, lo uno y lo otro. De seguro que nadie sabe lo que es, políticamente, un golpe seco. Los dirigentes stalinianos han querido (y no se han atrevido) decir: un golpe de Eistado. ¿Hecho por quién y dirigido contra quién? Naturalmente, esto no se analiza. ¿Y puede aseverarse que se ha producido un golpe de Estado por haber entregado el Gobierno de Justo importantes puestos administrativos a los fascistas? Debe interpretarse —sobre un análisis de las fuerzas políticas todas—como un síntoma del curso político posterior.

Se hace preciso relativizar el concepto de fracaso refiriéndose al movimiento septembrino en su aspecto fascista. En las capas más reaccionarias de la burguesía argentina —y lo que es más grave, con una ligazón a partidos tradicionales, como el conservador de Buenos Aires, y con el campo abonado extraordinariamente por la demagogia radical— ha provocado, con el despertar de una psicosis nacional lista, una firme conciencia política, de clase, como hasta entonces no se había demostrado. He aquí un rasgo nuevo en la política argentina. Las legiones armadas, los grupos nacionalistas, son un resultado de la revolución septembrina. Bajo una mística nacionalista, sin programa concretado, los círculos de la burguesía de derecha han comenzado una tenaz campaña, presionando sobre el Gobierno: La campaña se continúa «extralegalmente», diremos, procurado agrupar la masa pequeñoburguesa, encauzarla, organizarla y lanzarla contra el proletariado. Estos son los caracteres iniciales del fascismo.

El radicalismo tiene, ante el futuro político, una larga perspectiva. Excluido temporalmente del Poder, no ha sido destruido. Con las persecuciones de que le hace objeto el actual Gobierno —como antes Uriburu— con las acusaciones reiteradas de convivencia con el extremismo, se ha promovido, por el contrario, dos cosas: su resurgimiento evidente, la acentuación de su demagógico democratismo izquierdista. Los que fueron, son hoy otra vez. El señalamiento de estas características —y la posibilidad «de su vuelta al Poder— le sindican como un mortal enemigo de la clase obrera. Con la siembra demagógica de aquella confusa definición doctrinal justificaría la represión violenta del movimiento obrero, en lo que se distinguió siempre, y asimismo abona las capas sociales que lo integran para el fascismo.

Antonio Gallo Buenos Aires, 7-4-33

La represión en la Argentina

EL 24 de febrero fué detenido a bordo de un vapor nuestro camarada de Buenos Aires Eduardo Islas, secretario general de la Izquierda Comunista Argentina, en el momento en que, como delegado al Congreso Antiguerrero Latinoamericano, se dirigía a Montevideo. Después de cuarenta días de detención en la prisión de Villa Devoto, de Buenos Aires, y sin haber sido sometido a proceso, ha sido confinado, juntamente con otros seis camaradas del Partido Comunista oficial y siete anarquistas, en la Penitenciaría de Ushuaia. Esta prisión está situada en la isla de la Tierra del Fuego, en el extremo meridional de la América del Sur, cuyo clima es casi polar; en dicha prisión se hallan recluidos sólo los que sufren condenas a trabajos forzados.

Una represión brutal se ha desarrollado en la Argentina, La Policía, ya sea federal o provincial, hace desaparecer a los elementos más activos de la clase obrera, confinándolos en la Tierra del Fuego o deportándoles al extranjero, de acuerdo con una de las leyes más infamantes, la llamada Ley de Residencia. Esta ley, si bien virtualmente derogada por el Código Penal de 1921, ha sido restablecida recientemente gracias a un fallo de la Suprema Corte de Justicia Federal, que pretende que no hubo tal abrogación, y, por lo tanto, el Gobierno queda así autorizado a expulsar a todo extranjero tildado de indeseable. Cientos de camaradas, en su mayoría italianos y polacos, han sido ya entregados, atados de pies y manos, a las policías de Mussolini y Pilsudsky.

Nuestros camaradas argentinos han iniciado ya una campaña intensa contra estas deportaciones. Pero el Socorro Rojo Internacional ha de emprender una gran campaña mundial contra la represión en los países americanos.

Chile

El congreso de la oposición comunista

Nuestros camaradas chilenos que hasta su Congreso nacional, celebrado en Santiago el 19 de marzo, habían llamado Partido Comunista Me sta (S. Ch. de la I. C.), han acordado titularse en lo sucesivo Izquierda Comunista (S. Ch. de la Oposición Comunista Internacional). Su Congreso ha tenido una gran trascendencia política, y en nuestro. próximo número seguramente nos ocuparemos con extensión de él. Hoy nos limitamos a reproducir, tomado de su Boletín Político, el siguiente llamamiento:

Camaradas: El 19 de marzo de 1933 es una fecha de inmensa. trascendencia en el movimiento revolucionario chileno, en el progreso de la revolución proletaria.

Como es bien conocido de los compañeros, se había convocado o de esa fecha el IX Congreso Nacional del Partido Comunista (S. CH. de la IC.) en el carácter de Congreso de Unificación Comunista. Frustrada esa unificación por la negativa de la burocracia laffertista de concurrir al Congreso, el 19 de marzo se señala como la fecha de la iniciación de la lucha de nuestro Partido como Sección Chilena de la Oposición Comunista Internacional, como Izquierda Comunista.

La dialéctica del movimiento revolucionario ha provocado en las filas comunistas de todo el mundo una escisión que de día en día cobra caracteres de mayor gravedad. El sistema burocrático imperante en la Internacional Comunista y en todas sus secciones y los errores teóricos y tácticos cuidadosamente analizados en los informes y tesis presentados al Congreso y publicados en un folleto con anterioridad a él han dado origen en casi todos los países a la Oposición Comunista de Izquierda, en cuyas filas hoy podemos contarnos nosotros.

La Oposición de Izquierda representa hoy día el factor más decisivo de la lucha revolucionaria ante los fracasos y titubeos que caracterizan la política oficial de la IC. Reconocer los cuadros de la Oposición Comunista Internacional ha sido por parte del Congreso una puntualización teórica fundamentalmente exacta.

El Congreso del 19 de marzo, clausurado el día 22, después de treinta y dos horas de sesión, ha representado un considerable esfuerzo de organización y ha significado un aporte teórico y político a nuestra lucha.

Concurrieron delegaciones de Talcahuano, Talca, Temuco, Talagante, Molina, Barrancas, San Antonio, Santiago, Valparaíso, Viña del Mar, Quillota, Llo-Lleo y Puente Alto. No pudieron concurrir por dificultades económicas, enviando su adhesión, Antofagasta, Tocopilla, provincia de Coquimbo, Vallenar, Copiapó, San Rosendo, Chol-Chol, Isla de Maipo, Ocoa, etc.

Concurrieron al Congreso numerosos compañeros laffertistas miembros del P. oficial), que procuraron infructuosamente justificar la línea política del Partido oficial y de la IC. En el terreno internacional hubo que demostrarles lo absurdo de la teoría «del socialismo en un solo país», que amenaza ahogar el internacionalismo proletario, la responsabilidad staliniana en los diversos fracasos revolucionarios y especialmente en Alemania, cuyo proceso revolucionario fue cuidadosamente analizado, y la línea política zigzagueante de la burocracia staliniana.

En el terreno nacional viéronse obligados a reconocer el crecimiento de la influencia de nuestro Partido aun dentro de sus propios cuadros, así como gran parte de sus errores y sus disensiones internas, fomentadas por la burocracia nacional y del Buró Sud-Americano.

Demostróse asi con el propio testimonio del laffertismo que nuestro partido crece y se desarrolla cada día más, en desmedro del laffertismo, cuyos cuadros pasan rápidamente a la disgregación y, en ciertas partes, a la desbandada, sin que pretendamos subestimar sus fuerzas, que son, proporcionalmente, importantes.

Si la Izquierda Comunista (Sección Chilena de la Oposición Comunista Internacional) pudo realizar este Congreso, de trascendencia política innegable, a través de cuyos debates se consolidaron considerablemente nuestras posiciones, es porque representa un movimiento históricamente en desarrollo. Tanto en la IC como en todas sus secciones oficiales, los torneos de esta naturaleza son estériles, porque todo está fijado ya de antemano, burocraticamente, y deben sortear los peligros de la crítica de la base.

La burocracia laffertista teme no sólo a un Congreso amplio de las dos fracciones. Teme a un Congreso democrático de su propia fracción, donde existe mucho desconcierto, de desconcierto latente, de crítica no disimulada; la burocracia laffertista, apoyada por la burocracia internacional, no citará a un Congreso nacional sino cuando todo esté preparada para silenciar este descontento de la base.

La Oposición de Izquierda, aquí como en todas partes, está dispuesta a concurrir a un Congreso de Unificación Comunista, porque desea sinceramente la unificación. Las resoluciones del Congreso, que los enviaremos en folleto impreso oportunamente, así lo consignan en forma expresa.

Es necesario, compañeros, que después de este Congreso redoblemos los esfuerzos con tenacidad bolchevique. Somos los abanderados del movimiento revolucionario. Los diez mil oposicionistas que Stalin mantiene desterrados en Siberia, la deportación de Trotsky en la inhospitalaria isla de Prinkipo, el ejemplo de los oposicionistas en todo el mundo, nos señalan el camino de la lucha emancipadora.

Nos hemos unido a, una lucha internacional en cuyo triunfo radican los factores aceleradores de la revolución proletaria. Es necesario luchar; es necesario trabajar arduamente; es necesario tomar la ofensiva frente al laffertismo. En todo el país, en la ciudad como en el campo. Tal es la consigna básica que os lanzamos como Comité Central de la Izquierda Comunista (Sección Chilena de la Oposición Comunista Internacional), elegidos espontáneamente por más de ochenta delegados en el primer Congreso Nacional de la Izquierda Comunista (Sección Chilena de la Oposición Comunista Internacional).

El Comité Central de la lsguierda Comunista (Sección Chilena. de la Oposición Comunista Internacional).

Nuestros camaradas chilenos, con motivo de la prisión de varios ' miembros de la fracción oficial, hicieron la siguiente declaración política :

Ante la prisión de los compañeros asistentes a un Congreso del Partido Comunista oficial, sobre cuyo carácter no nos pronunciamos ahora por no creerlo oportuno, declaramos que vemos en esa prisión el comienzo de una violenta y desembozada persecución contra el comunismo.

La Izquierda Comunista (S. Ch. de la O.C.I.) desenmascara ante los trabajadores el «constitucionalismo» del Gobierno burgués y señala que esta represión no es sino una de las primeras manifestaciones de la despiadada persecución y destrucción a que se verán sometidas todas las organizaciones proletarias (conquistas de años de lucha) y que todavía se demuestra en el amparo y protección que el Gobierno da a las Guardias Republicanas y a todas las fuerzas blancas organizadas para cooperar en la destrucción de las organizaciones de la masa.

La Izquierda Comunista (S. Ch. de la O.C.I.) llama a todos los trabajadores a la defensa de sus organizaciones, amenazadas por violentas persecuciones.

—El Comité Central de la Izquierda Comumista (Sección Chilena de la Oposición Comunista Internacional)

Entre los acuerdos adoptados en el Congreso de la Oposición Chile conviene destacar el de transformar en bisemanal su órgano de prensa, para llegar en breve a publicarlo diario. Esto denota mejor que nada la influencia positiva entre las masas obreras chilenas con que cuentan nuestros camaradas de aquel país.

Cuba

Ha quedado organizada la Oposición de Izquierda

Ultimamente hemos recibido diversas cartas de los camaradas de La Habana en las que nos dan cuenta que ha quedado constituida en Cuba la Sección de la Oposición Comunista Internacional. Hasta. ahora los camaradas cubanos se habían limitado a mantener correspondencia aislada con la organización española. Pero ahora, con la adhesión de nuevos camaradas del Partido (todos nuestros camaradas cubanos siguen militando en el Partido oficial, de donde no hansido excluidos todavía), han constituido ya de una forma orgánica la Sección cubana, donde militan camaradas de gran solvencia y popularidad en el movimiento comunista. En las prisiones, donde se encuentran la mayoría de ellos, han iniciado también su labor de propaganda cerca, de los obreros y estudiantes.

Hemos recibido la plataforma programática elaborada por nuestros camaradas. El poco espacio de que disponemos. nos impide insertarla. También nos anuncian la próxima aparición de su órgano ilegal.

Boletín Suramericano de la Oposición Comunista de Izquierda

El movimiento de la Oposición de Izquierda adquiere cada día un mayor desarrollo en todos los países hispanoamericanos. Son ocho las secciones con que nuestra organización internacional cuenta en dichos países. Y esperamos en breve poder contar con dos secciones más.

Esto nos obliga a tratar de cohesionar e intensificar nuestra actuación en aquellos países. La Oposición Española, como la Sección más a antigua de los países de habla castellana, desea ayudar a los camaradas americanos. Para ello se dispone a publicar, al comienzo solo en multicopista, un Boletín Suramericano, cuyo primer número esperamos publicar el 20 de junio. Pueden hacerse ya los pedidos al Apartado 9.034. El precio será de 60 céntimos ejemplar.